Vigilancia más inteligente: Combinando IA con supervisión humana
Los equipos de cumplimiento en el sector financiero se enfrentan a un volumen abrumador de comunicaciones. Desde correos electrónicos hasta aplicaciones de mensajería, el flujo diario de interacciones supera con creces la capacidad de los revisores humanos. Sin embargo, los reguladores exigen una mayor vigilancia que nunca.
La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una herramienta vital para aliviar esta carga, pero algunas empresas cometen errores al depender completamente de la automatización o evitarla por completo. Ninguna de estas rutas cumple con las expectativas regulatorias.
El Enfoque Defensable
El enfoque más defensable combina la automatización con la supervisión humana, utilizando la IA por sus fortalezas en agregación y reconocimiento de patrones, mientras que se reserva el juicio contextual para los oficiales de cumplimiento.
La automatización por sí sola tiene limitaciones. La IA puede señalar miles de palabras clave en segundos, pero no puede distinguir de manera confiable entre un asesor que habla sobre planificación patrimonial legítima y alguien que insinúa un tráfico de información privilegiada. Reguladores de EE. UU., como FINRA, a través de la Regla 3110, enfatizan que las empresas deben tener sistemas de supervisión «razonablemente diseñados» para garantizar el cumplimiento.
Interacción Humana Esencial
Las empresas que combinan con éxito la IA con la revisión humana a menudo comienzan utilizando la tecnología como la primera línea de defensa. La IA es competente en escanear comunicaciones a través de múltiples canales, detectando no solo palabras clave, sino también sentimientos, relaciones y patrones inusuales que pueden indicar violaciones.
Esto puede ser especialmente poderoso en las verificaciones de anti-lavado de dinero (AML) y conoce a tu cliente (KYC), donde los algoritmos pueden detectar referencias a jurisdicciones sancionadas, transacciones inusuales o desviaciones de los protocolos de apertura de cuentas.
Sin embargo, los humanos siguen siendo los árbitros finales. Los profesionales de cumplimiento son necesarios para investigar los mensajes señalados, evaluar la intención y aplicar las políticas de la empresa. Por ejemplo, la IA puede resaltar un asesor que pregunta sobre la fuente de fondos de un cliente, pero solo un humano puede determinar si esto es una debida diligencia adecuada o un paso intrusivo que podría arriesgar la confianza del cliente.
Beneficios Más Allá de la Vigilancia Tradicional
Los datos de comunicación también pueden ayudar a fortalecer el monitoreo AML y KYC, con la IA escaneando en busca de signos de personas expuestas políticamente o preocupaciones sobre la propiedad beneficiaria. Pero aquí también, se requiere el juicio humano para interpretar el contexto y escalar riesgos genuinos.
El marketing es otra área donde la colaboración entre humanos e IA es crítica. La Regla 2210 de FINRA impone obligaciones sobre las comunicaciones de marketing, donde los errores pueden resultar en pesadas sanciones. La IA puede acelerar las revisiones al detectar términos prohibidos o divulgaciones faltantes, pero los revisores humanos deben evaluar si las afirmaciones son justas y equilibradas, o si los materiales corren el riesgo de engañar a los inversores.
Preocupaciones Éticas y Gobernanza Efectiva
Las preocupaciones éticas en torno al sesgo de la IA también son significativas. Las empresas líderes mitigan esto documentando cómo funcionan los modelos, realizando pruebas regulares y asegurando que todas las alertas sean revisadas por humanos antes de tomar acciones. Los protocolos de escalación y las auditorías robustas fortalecen aún más la responsabilidad.
Los reguladores han dejado claro que los deberes fiduciarios permanecen intactos independientemente de la tecnología, lo que significa que los humanos no pueden ser eliminados del proceso.
Construir programas efectivos requiere gobernanza estructurada, capacitación del personal y vías de escalación claras. Las empresas también deben actualizar regularmente los sistemas para reflejar nuevos riesgos y cambios regulatorios. Si se hace correctamente, este modelo ofrece escalabilidad sin sacrificar calidad, reduce falsos positivos y demuestra confianza regulatoria.
Como comentó un director de cumplimiento, “la IA no reemplaza nuestro juicio: lo amplifica”. El futuro de la vigilancia radica en este modelo de inteligencia colaborativa. Al integrar la IA en procesos de cumplimiento centrados en el ser humano, las empresas crean sistemas que ni la tecnología ni los humanos podrían lograr por sí solos, protegiendo tanto a los clientes como a la organización.