Los Avances de la IA Exigen Conversaciones Sobre la Personalidad Jurídica de la Tecnología
La Inteligencia Artificial ya no es emergente; está profundamente arraigada en nuestra sociedad. Con la capacidad de tomar decisiones, ejecutar transacciones y generar contenido legal a gran escala y velocidad, los sistemas de IA están evolucionando más rápido que los marcos legales destinados a regularlos. A medida que los sistemas autónomos se asemejan cada vez más a actores legales, debemos confrontar una pregunta urgente: ¿debería otorgarse a la IA alguna forma de personalidad jurídica?
Esta no es ciencia ficción. La ley ya está bajo presión debido a la rápida integración de la IA. A través de la responsabilidad civil, el contrato y el derecho corporativo, las doctrinas legales de larga data están siendo puestas a prueba en tiempo real.
Personalidad Jurídica
La personalidad jurídica se refiere al reconocimiento de una entidad como poseedora de derechos y obligaciones bajo la ley. Esto le permite celebrar contratos, poseer propiedades y ser responsabilizada en los tribunales. Las corporaciones, por ejemplo, gozan de personalidad a pesar de ser entidades no humanas.
Los sistemas de IA no son personas jurídicas, pero están comenzando a comportarse como tales. Toman decisiones, ejecutan acuerdos y actúan independientemente de sus creadores. Sin embargo, cuando las cosas salen mal, la ley carece de claridad sobre quién es el responsable.
Tomen los contratos inteligentes: acuerdos automatizados que se autoejecutan cuando se cumplen condiciones predefinidas, a menudo en una blockchain. No está claro quién es responsable en un contrato inteligente entre un comprador y un vendedor que libera automáticamente el pago cuando se confirma la entrega si los bienes nunca son entregados.
Esto podría atribuirse a un error de programación. Pero cada vez más, los contratos inteligentes utilizan IA que puede ajustarse a nueva información, encontrar mejores formas de realizar tareas o tomar decisiones basadas en probabilidades, funciones para las cuales no fueron programados directamente. En ese punto, el sistema está razonando y no simplemente siguiendo reglas.
Responsabilidad Civil Sin Responsables
El derecho de responsabilidad civil enfrenta desafíos similares. Si un vehículo impulsado por IA causa un accidente, ¿quién incumplió el deber de cuidado? ¿Se puede asignar responsabilidad a un algoritmo? ¿Siempre recae en el desarrollador, el fabricante o el usuario?
Estas no son preguntas teóricas; ya se están planteando en los tribunales. Nuestro sistema de responsabilidad civil fue construido en torno a la toma de decisiones humanas, no a la autonomía de las máquinas. Estamos planteando viejas preguntas a un nuevo actor que la ley no fue diseñada para manejar.
Descomposición de la Analogía Corporativa
Modelar el tratamiento legal de la IA después de la personalidad corporativa crea nuevos problemas. Las corporaciones son gestionadas por humanos responsables, mientras que los sistemas de IA a menudo actúan de manera independiente, sin una supervisión clara. Esto abre una brecha de responsabilidad: si se otorga la personalidad jurídica a la IA, ¿podría esto proteger a sus creadores o usuarios de la responsabilidad?
Peor aún, la personalidad jurídica trae derechos así como obligaciones. Bajo el caso Citizens United, las corporaciones disfrutan de protecciones de libertad de expresión. Si se extiende a la IA, ¿podría un sistema reclamar derechos de la Primera Enmienda?
Sin guardrails claros, la personalidad jurídica de la IA corre el riesgo de conferir derechos sin responsabilidad, convirtiéndose en una herramienta para evitar regulaciones y un chivo expiatorio digital sin activos, sin moral y sin consecuencias.
Progreso Fragmentado
La Ley de IA recientemente promulgada en la UE establece un marco regulatorio para sistemas de IA de alto riesgo, pero se detiene antes de abordar la personalidad jurídica. Los borradores anteriores planteaban la idea de otorgar «personalidad electrónica» a la IA, pero fue rechazada debido a preocupaciones de que podría proteger a desarrolladores o corporaciones de la responsabilidad. En su lugar, la ley designa a la IA como una «entidad regulada», colocando las obligaciones directamente sobre los humanos y las empresas que la respaldan.
En EE. UU., el panorama legal es aún más fragmentado. Las leyes existentes—principalmente basadas en responsabilidad civil y contratos—son cada vez más inadecuadas para abordar el comportamiento autónomo de la IA. No existe un marco integral para la responsabilidad de la IA. Si las legislaturas debatirán la personalidad jurídica de la IA en el futuro es una incógnita.
La recientemente promulgada Ley Básica de IA en Corea del Sur enfatiza la transparencia y la gestión de riesgos, pero elude la cuestión de la responsabilidad por las acciones de la IA, dejando vacíos que ahora están siendo investigados por académicos. En Singapur, donde no hay legislación específica de IA, los académicos han debatido si los marcos legales existentes pueden abordar adecuadamente el auge de los sistemas autónomos sin otorgarles personalidad jurídica.
Próximos Pasos para las Empresas
Las empresas no deberían esperar a que las leyes se pongan al día. Los equipos legales y de cumplimiento deben actuar ahora para adelantarse a los crecientes riesgos legales asociados con la IA.
Un buen primer paso es auditar cómo se utiliza la IA en toda la empresa, especialmente en áreas de alto riesgo como la finanza, la salud y la propiedad intelectual. Conocer dónde y cómo se utiliza la IA ayuda a detectar riesgos legales temprano y evitar sorpresas.
A continuación, las empresas deben actualizar sus contratos para reflejar cómo la IA está involucrada en la toma de decisiones. Los acuerdos deben especificar claramente quién es responsable si algo sale mal y qué sucede si la IA comete un error. Sin esta claridad, las empresas podrían enfrentar confusión o problemas legales durante disputas.
Las organizaciones también deberían desarrollar estructuras internas de supervisión para monitorear la toma de decisiones de la IA y asegurar que la responsabilidad humana permanezca intacta. Incluso si un sistema parece operar de manera autónoma, debe haber mecanismos documentados para revisión e intervención.
Finalmente, las empresas deberían adoptar políticas internas que traten a la IA como un agente legal, reconociendo que, aunque los sistemas de IA aún no son reconocidos como personas jurídicas, pueden causar acciones con consecuencias legales reales. Actuar ahora no solo significa cumplir, sino también demostrar liderazgo y previsión.
Los abogados y departamentos legales deben seguir de cerca los desarrollos legislativos, especialmente a nivel estatal y federal. A medida que los legisladores comienzan a lidiar con el estatus legal de la IA, nuevos proyectos de ley podrían afectar cómo se definen la responsabilidad, la personalidad y las obligaciones regulatorias.
La evolución legal de la IA está por venir—ya sea por estatuto, regulación o jurisprudencia. La profesión debe estar lista.
Una Ventana Estrecha
A medida que la IA se vuelve más autónoma, los marcos legales existentes solo se volverán más inadecuados. El verdadero peligro es un sistema legal congelado en la lógica de ayer. Si los tribunales o las legislaturas asignan el estatus legal a la IA de manera reactiva, podríamos quedarnos atrapados con un marco defectuoso durante décadas.
Tenemos una ventana estrecha para dar forma a esta conversación. Otorgar personalidad jurídica a la IA puede que nunca sea la respuesta correcta, pero ignorar la pregunta no es una opción. El sistema legal debe evolucionar ahora, antes de que el fantasma en la máquina escriba sus propias reglas.