El futuro de la regulación de la IA: entre innovación y precaución

La próxima etapa de la gobernanza de la IA: Un chequeo de realidad más que un retroceso

En esta fase de la emergencia de la IA en los negocios, los líderes enfrentan el riesgo de intentar regular antes de haber adquirido suficiente experiencia en el despliegue de la IA a gran escala. Es como redactar leyes de tránsito antes de que el primer automóvil llegue a la carretera: cuando la teoría se encuentra con la realidad, todo cambia.

La IA se encuentra en su momento de «vestirse para el trabajo que deseas». Esto trae tanto promesas como precauciones. Un reciente informe del Brookings Institution sobre el equilibrio entre la innovación y la regulación advierte que “la regulación que busca prevenir la IA riesgosa limitando el tamaño del modelo puede […] inadvertidamente impedir el desarrollo de la misma tecnología que resolvería ese problema”.

Por eso, ahora es el momento de pasar de marcos reactivos y basados en el miedo a la experimentación proactiva y calculada. Los ganadores serán aquellos que gestionen el riesgo sin sofocar la innovación. Veamos cómo se ve eso.

Lo que el futuro de la regulación de la IA podría parecer

La IA debe ser tratada como una estrategia empresarial, no como un simple chequeo de cumplimiento. Las primeras historias de éxito en IA no surgieron de los modelos más grandes; vinieron de empresas que transformaron la innovación en impacto. Los despliegues de IA generativa siguen un patrón familiar: probar, aprender, iterar. Ese enfoque es un sello distintivo de las organizaciones resilientes.

Un informe de McKinsey describió a la IA como un movimiento de un potenciador de productividad a un “superpoder transformador”. Pero esa evolución solo ocurre cuando las empresas superan la automatización básica para desbloquear nuevo valor comercial. Su conclusión? La mayor barrera para escalar la IA no es el talento o la tecnología, sino el liderazgo. Específicamente, el coraje para actuar.

El poder del sector privado

Según S&P Global, EE. UU. lidera el mundo en inversión privada en IA. Desde 2013 hasta 2023, las empresas estadounidenses invirtieron tres veces más que cualquier otro país. Más de 5,500 empresas de IA fueron fundadas en esa década, y las proyecciones sugieren que la inversión privada en IA podría alcanzar los $900 mil millones para 2027, cerca del 0.7% del PIB global.

Esa es una inercia que no se puede pausar. La regulación debe proteger a las personas, pero no a costa del progreso. La innovación depende de la libertad para experimentar. Y en este momento, apenas estamos rascando la superficie de lo que la IA puede desbloquear.

Cómo las empresas pueden ganar y mantener una ventaja

El liderazgo en IA no se trata de redactar mejores reglas. Se trata de ejecutar a gran escala. Eso requiere tres cosas: una gobernanza sólida, una experimentación audaz y una ejecución implacable.

La gobernanza sólida dentro de una organización define cómo se aplica la IA, qué está permitido y qué está prohibido, y qué datos son justos de usar. La clave es encontrar un equilibrio: las políticas no deben controlar el desarrollo, sino proporcionar salvaguardias para que la innovación pueda guiarse. Una forma de hacerlo es clasificar los proyectos de IA según su nivel de riesgo.

En la reciente Cumbre de Acción de IA en Francia, el tono fue inequívoco: innovación primero, seguridad después. Esa es una postura controvertida, pero podría ser inevitable. A medida que el Reino Unido navega su propuesto Acta de IA, quedan serias preguntas sobre si la regulación ahogará a los innovadores de IA o les permitirá avanzar.

La seguridad sigue siendo importante. Pero si lideras con cautela y olvidas la ambición, te quedarás atrás. El verdadero riesgo no es la imprudencia, sino la irrelevancia. En IA, o estás construyendo el futuro, o estás esperando a que alguien más lo haga.

Lo que esto significa para el futuro

“Si lo construyes, ellos vendrán”. Pero si lo regulas antes de que despegue, nunca gobernarás lo que nunca existió.

El futuro pertenece a aquellos que se mueven. Aquellos que utilizan la IA, la escalan, aprenden de ella. De ahí vendrán los avances. Porque al final del día, la ética sin ejecución es solo teatro, y nadie quiere protagonizar ese espectáculo.

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